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La estridencia opositora


 

Margarito Escudero Luis

La estridencia de la oposición busca confundir a la ciudadanía, aquellos divulgadores de mentiras creen que el ciudadano mexicano es tonto e ignorante y que ellos, en su infinita vanidad, son las guías que el pueblo debe seguir.

¡Mire si no son exageradamente cínicos!, repiten hasta el cansancio su falaz argumento para ver si de casualidad alguien se los cree, como el asegurar que hubo un fraude electoral a casi dos meses de haber realizado la elección donde más de 36 millones de mexicanos decidieron por una de las opciones que los políticos ofrecieron.
Y a pesar de esa contundente respuesta popular, insisten en mentir mientras los medios de comunicación a su servicio hacen eco a esas mentiras.

El otro argumento falso es el que indica que vamos directo a un gobierno autoritario, porque a fuerza quiere transformar al Poder Judicial en una instancia cercana a la ciudadanía y no al servicio de la minoría que se siente dueña del país.
Durante la campaña de Claudia Sheinbaum siempre se habló de cuáles serán sus acciones gubernamentales, le llamaban el segundo piso de la Cuarta Transformación y entre los planes se destacaba la reforma al Poder Judicial, el Plan C; es decir, los votantes sabían que ese propósito se consumaría durante el gobierno de Sheinbaum, si el pueblo votaba por ella.

 Y votó, dándole el pase para realizar su proyecto de gobierno; el mandato popular ahí está de la manera más legítima que se conoce en la historia de los pueblos, donde la voluntad de la mayoría es la que decide quién gobernará en un proceso al que se le llama democracia.
Y no lo acepto. Se niegan, entorpecen, buscan confundir a gritos, usando los canales donde la mayoría de la gente se informaba y que, de pronto los vio en su exacta dimensión y los hizo a un lado.

Aun así, aprovechan el escaparate que les queda para ver con qué pueden quedarse, no les importa el sentir de la mayoría, se importan solo ellos mismos, traicionaron a sus seguidores y en nombre de esa minoría que los siguieron en su aventura perdedora, quieren adueñarse de espacios que no les corresponden para beneficio exclusivo de ellos.

La democracia y las leyes mexicanas le permiten hacerlo y poco a poco, el pueblo los eliminará para siempre de la esfera pública. Sus mismos patrones que les dieron espacios en sus medios masivos, los enviarn a la oscuridad del ostracismo toda vez que ya no le garantizan nada al patrón para el que trabajan.
Si México vive en un régimen autoritario, jamás tendrían la libertad de gritar toda su amargura ante su aplastante derrota.






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